En un entorno donde el tipo de cambio varía, los precios de los insumos suben y los aranceles cambian de un mes a otro, las empresas que mantienen su competitividad no son las que tienen más recursos, sino las que aprovechan mejor los que ya tienen.
Los sobrecostos no siempre vienen del exterior. A menudo, están dentro de la planta: maquinaria subutilizada, consumo energético innecesario, cuellos de botella invisibles, decisiones de compra mal informadas, personal esperando instrucciones, líneas de producción detenidas sin razón clara.
Esos desperdicios no visibles a simple vista, son los que, acumulados, hacen la diferencia entre una operación rentable y una que apenas sobrevive.
Según McKinsey, entre un 20% y 30% de los costos operativos en manufactura están relacionados con ineficiencias internas que podrían evitarse si se midieran correctamente. Y sin embargo, muchas empresas siguen tomando decisiones sin datos confiables, o con reportes que llegan tarde.
No se trata de hacer más. Se trata de saber dónde estás parado, qué está pasando en tiempo real y cómo responder con agilidad cuando el contexto cambia.
En un escenario donde no puedes controlar los aranceles ni el precio del acero, lo que sí puedes controlar es la eficiencia de tu operación. Y para hacerlo, necesitas datos confiables, en tiempo real, accesibles para quien los necesita.
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